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Y aconteció que mientras iba camino a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea,
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y al entrar en cierta aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia,
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y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro! ¡Ten misericordia de nosotros!
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Cuando El los vio, les dijo: Id y mostraos a los sacerdotes. Y sucedió que mientras iban, quedaron limpios.
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Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz.
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Y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias; y éste era samaritano.
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Respondiendo Jesús, dijo: ¿No fueron diez los que quedaron limpios? Y los otros nueve... ¿dónde están?
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¿No hubo ninguno que regresara a dar gloria a Dios, excepto este extranjero?
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Y le dijo: Levántate y vete; tu fe te ha sanado.
20
Habiéndole preguntado los fariseos cuándo vendría el reino de Dios, Jesús les respondió, y dijo: El reino de Dios no viene con señales visibles,
21
ni dirán: "¡Mirad, aquí está!" o: "¡Allí está!" Porque he aquí, el reino de Dios entre vosotros está.