16
Pero si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me envió.
17
Aun en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.
18
Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí.
19
Entonces le decían: ¿Dónde está tu Padre? Jesús respondió: No me conocéis a mí ni a mi Padre. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre.
20
Estas palabras las pronunció en el lugar del tesoro, cuando enseñaba en el templo; y nadie le prendió, porque todavía no había llegado su hora.
21
Entonces les dijo de nuevo: Yo me voy, y me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado; adonde yo voy, vosotros no podéis ir.
22
Por eso los judíos decían: ¿Acaso se va a suicidar, puesto que dice: "Adonde yo voy, vosotros no podéis ir"?
23
Y Jesús les decía: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
24
Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados.
25
Entonces le decían: ¿Tú quién eres? Jesús les dijo: ¿Qué os he estado diciendo desde el principio?
26
Tengo mucho que decir y juzgar de vosotros, pero el que me envió es veraz; y yo, las cosas que oí de El, éstas digo al mundo.
27
No comprendieron que les hablaba del Padre.
28
Por eso Jesús dijo: Cuando levantéis al Hijo del Hombre, entonces sabréis que yo soy y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo estas cosas como el Padre me enseñó.
29
Y El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque yo siempre hago lo que le agrada.
30
Al hablar estas cosas, muchos creyeron en El.
31
Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en El: Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos;
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y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
33
Ellos le contestaron: Somos descendientes de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"?
34
Jesús les respondió: En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado;
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y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre.
36
Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres.