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y también Jesús fue invitado, con sus discípulos, a la boda.
3
Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo<***>: No tienen vino.
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Y Jesús le dijo<***>: Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí en esto? Todavía no ha llegado mi hora.
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Su madre dijo<***> a los que servían: Haced todo lo que El os diga.
6
Y había allí seis tinajas de piedra, puestas para ser usadas en el rito de la purificación de los judíos; en cada una cabían dos o tres cántaros .
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Jesús les dijo<***>: Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde.
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Entonces les dijo<***>: Sacad ahora un poco y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.
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Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, y como no sabía de dónde era (pero los que servían, que habían sacado el agua, lo sabían), el maestresala llamó<***> al novio,
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y le dijo<***>: Todo hombre sirve primero el vino bueno, y cuando ya han tomado bastante, entonces el inferior; pero tú has guardado hasta ahora el vino bueno.
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Este principio de sus señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en El.
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Después de esto bajó a Capernaúm, El, con su madre, sus hermanos y sus discípulos; pero allí no se quedaron muchos días.
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La Pascua de los judíos estaba cerca, y Jesús subió a Jerusalén,
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y encontró en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero allí sentados.
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Y haciendo un azote de cuerdas, echó a todos fuera del templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los cambistas y volcó las mesas;
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y dijo a los que vendían palomas: Quitad esto de aquí; no hagáis de la casa de mi Padre una casa de comercio.
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Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: EL CELO POR TU CASA ME CONSUMIRA.
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Entonces los judíos respondieron y le dijeron: Ya que haces estas cosas, ¿qué señal nos muestras?
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Jesús respondió y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.
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Entonces los judíos dijeron: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días?
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Pero El hablaba del templo de su cuerpo.
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Por eso, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado.
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Cuando estaba en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía.
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Pero Jesús, por su parte, no se confiaba a ellos, porque conocía a todos,
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y no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio del hombre, pues El sabía lo que había en el hombre.