18
a menos que, cuando entremos en la tierra, ates este cordón de hilo escarlata a la ventana por la cual nos dejas bajar, y reúnas contigo en la casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la casa de tu padre.
19
Y sucederá que cualquiera que salga de las puertas de tu casa a la calle, su sangre caerá sobre su propia cabeza, y quedaremos libres. Pero la sangre de cualquiera que esté en la casa contigo caerá sobre nuestra cabeza si alguien pone su mano sobre él.
20
Pero si divulgas nuestro propósito, quedaremos libres del juramento que nos has hecho jurar.
21
Y ella respondió: Conforme a vuestras palabras, así sea. Y los envió, y se fueron; y ella ató el cordón escarlata a la ventana.
22
Y ellos se fueron y llegaron a la región montañosa, y permanecieron allí por tres días, hasta que los perseguidores regresaron. Y los perseguidores los habían buscado por todo el camino, pero no los habían encontrado.
23
Entonces los dos hombres regresaron y bajaron de la región montañosa, y pasaron y vinieron a Josué, hijo de Nun, y le contaron todo lo que les había acontecido.
24
Y dijeron a Josué: Ciertamente, el SEÑOR ha entregado toda la tierra en nuestras manos, y además, todos los habitantes de la tierra se han acobardado ante nosotros.