18
Sus estornudos dan destellos de luz, y sus ojos son como los párpados del alba.
19
De su boca salen antorchas, chispas de fuego saltan.
20
De sus narices sale humo, como de una olla que hierve sobre juncos encendidos.
21
Su aliento enciende carbones, y una llama sale de su boca.
22
En su cuello reside el poder, y salta el desaliento delante de él.
23
Unidos están los pliegues de su carne, firmes están en él e inamovibles.
24
Su corazón es duro como piedra, duro como piedra de molino.
25
Cuando él se levanta, los poderosos tiemblan; a causa del estruendo quedan confundidos.
26
La espada que lo alcance no puede prevalecer, ni la lanza, el dardo, o la jabalina.
27
Estima el hierro como paja, el bronce como madera carcomida.
28
No lo hace huir la flecha; en hojarasca se convierten para él las piedras de la honda.