3
He aquí, tú has exhortado a muchos, y las manos débiles has fortalecido.
4
Al que tropezaba tus palabras han levantado, y las rodillas débiles has robustecido.
5
Pero ahora que te ha llegado a ti, te impacientas; te toca a ti, y te desalientas.
6
¿No es tu temor a Dios tu confianza, y la integridad de tus caminos tu esperanza?
7
Recuerda ahora, ¿quién siendo inocente ha perecido jamás? ¿O dónde han sido destruidos los rectos?
8
Por lo que yo he visto, los que aran iniquidad y los que siembran aflicción, eso siegan.
9
Por el aliento de Dios perecen, y por la explosión de su ira son consumidos.
10
El rugido del león, el bramido de la fiera y los dientes de los leoncillos son quebrantados.
11
El león perece por falta de presa, y los cachorros de la leona se dispersan.
12
Una palabra me fue traída furtivamente, y mi oído percibió un susurro de ella.
13
Entre pensamientos inquietantes de visiones nocturnas, cuando el sueño profundo cae sobre los hombres,