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El quebranta a los poderosos sin indagar, y pone a otros en su lugar.
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Pues El conoce sus obras, de noche los derriba y son aplastados.
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Como a malvados los azota en un lugar público,
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porque se apartaron de seguirle, y no consideraron ninguno de sus caminos,
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haciendo que el clamor del pobre llegara a El, y que oyera el clamor de los afligidos.
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Cuando está quieto, ¿quién puede condenarle?; y cuando esconde su rostro, ¿quién puede contemplarle?; esto es, tanto nación como hombre,
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para que no gobiernen hombres impíos, ni sean lazos para el pueblo.
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Porque ¿ha dicho alguno a Dios: "He sufrido castigo, ya no ofenderé más;
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enséñame lo que no veo; si he obrado mal, no lo volveré a hacer?"
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¿Ha de retribuir El según tus condiciones, porque tú has rehusado? Porque tú tienes que escoger y no yo, por tanto, declara lo que sabes.
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Los hombres entendidos me dirán, y también el sabio que me oiga: