8
que yo siembre y otro coma, y sean arrancadas mis cosechas.
9
Si mi corazón fue seducido por mujer, o he estado al acecho a la puerta de mi prójimo,
10
que muela para otro mi mujer, y otros se encorven sobre ella.
11
Porque eso sería una infamia, y una iniquidad castigada por los jueces;
12
porque sería fuego que consume hasta el Abadón, y arrancaría toda mi ganancia.
13
Si he menospreciado el derecho de mi siervo o de mi sierva cuando presentaron queja contra mí,
14
¿qué haré cuando Dios se levante? Y cuando El me pida cuentas, ¿qué le responderé?
15
¿Acaso el que me hizo a mí en el seno materno, no lo hizo también a él? ¿No fue uno mismo el que nos formó en la matriz?
16
Si he impedido a los pobres su deseo, o he hecho desfallecer los ojos de la viuda,
17
o si he comido mi bocado solo, y el huérfano no ha comido de él
18
(aunque desde mi juventud él creció conmigo como con un padre, y a la viuda la guié desde mi infancia);
19
si he visto a alguno perecer por falta de ropa, y sin abrigo al necesitado,
20
si sus lomos no me han expresado gratitud , pues no se ha calentado con el vellón de mis ovejas;
21
si he alzado contra el huérfano mi mano, porque vi que yo tenía apoyo en la puerta,
22
que mi hombro se caiga de la coyuntura, y mi brazo se quiebre en el codo.
23
Porque el castigo de Dios es terror para mí, y ante su majestad nada puedo hacer.
24
Si he puesto en el oro mi confianza, y he dicho al oro fino: Tú eres mi seguridad;
25
si me he alegrado porque mi riqueza era grande, y porque mi mano había adquirido mucho;
26
si he mirado al sol cuando brillaba, o a la luna marchando en esplendor,
27
y fue mi corazón seducido en secreto, y mi mano tiró un beso de mi boca,
28
eso también hubiera sido iniquidad que merecía juicio, porque habría negado al Dios de lo alto.