30
No, no he permitido que mi boca peque pidiendo su vida en una maldición.
31
¿Acaso no han dicho los hombres de mi tienda: "¿Quién puede hallar a alguno que no se haya saciado con su carne?"
32
El forastero no pasa la noche afuera, porque al viajero he abierto mis puertas.
33
¿Acaso he cubierto mis transgresiones como Adán, ocultando en mi seno mi iniquidad,
34
porque temí a la gran multitud, o el desprecio de las familias me aterró, y guardé silencio y no salí de mi puerta?
35
¡Quién me diera que alguien me oyera! He aquí mi firma. ¡Que me responda el Todopoderoso! Y la acusación que ha escrito mi adversario,
36
ciertamente yo la llevaría sobre mi hombro, y me la ceñiría como una corona.
37
Del número de mis pasos yo le daría cuenta, como a un príncipe me acercaría a El.
38
Si mi tierra clama contra mí, y sus surcos lloran juntos;
39
si he comido su fruto sin dinero, o si he causado que sus dueños pierdan sus vidas,
40
¡que en lugar de trigo crezcan abrojos, y en lugar de cebada hierba maloliente! Aquí terminan las palabras de Job.