2
¿Y cuál es la porción de Dios desde arriba, o la heredad del Todopoderoso desde las alturas?
3
¿No es la calamidad para el injusto, y el infortunio para los que obran iniquidad?
4
¿No ve El mis caminos, y cuenta todos mis pasos?
5
Si he caminado con la mentira, y si mi pie se ha apresurado tras el engaño,
6
que El me pese en balanzas de justicia, y que Dios conozca mi integridad.
7
Si mi paso se ha apartado del camino, si mi corazón se ha ido tras mis ojos, y si alguna mancha se ha pegado en mis manos,
8
que yo siembre y otro coma, y sean arrancadas mis cosechas.
9
Si mi corazón fue seducido por mujer, o he estado al acecho a la puerta de mi prójimo,
10
que muela para otro mi mujer, y otros se encorven sobre ella.
11
Porque eso sería una infamia, y una iniquidad castigada por los jueces;
12
porque sería fuego que consume hasta el Abadón, y arrancaría toda mi ganancia.
13
Si he menospreciado el derecho de mi siervo o de mi sierva cuando presentaron queja contra mí,
14
¿qué haré cuando Dios se levante? Y cuando El me pida cuentas, ¿qué le responderé?
15
¿Acaso el que me hizo a mí en el seno materno, no lo hizo también a él? ¿No fue uno mismo el que nos formó en la matriz?
16
Si he impedido a los pobres su deseo, o he hecho desfallecer los ojos de la viuda,
17
o si he comido mi bocado solo, y el huérfano no ha comido de él
18
(aunque desde mi juventud él creció conmigo como con un padre, y a la viuda la guié desde mi infancia);
19
si he visto a alguno perecer por falta de ropa, y sin abrigo al necesitado,
20
si sus lomos no me han expresado gratitud , pues no se ha calentado con el vellón de mis ovejas;
21
si he alzado contra el huérfano mi mano, porque vi que yo tenía apoyo en la puerta,
22
que mi hombro se caiga de la coyuntura, y mi brazo se quiebre en el codo.
23
Porque el castigo de Dios es terror para mí, y ante su majestad nada puedo hacer.
24
Si he puesto en el oro mi confianza, y he dicho al oro fino: Tú eres mi seguridad;
25
si me he alegrado porque mi riqueza era grande, y porque mi mano había adquirido mucho;
26
si he mirado al sol cuando brillaba, o a la luna marchando en esplendor,
27
y fue mi corazón seducido en secreto, y mi mano tiró un beso de mi boca,
28
eso también hubiera sido iniquidad que merecía juicio, porque habría negado al Dios de lo alto.
29
¿Acaso me he alegrado en la destrucción de mi enemigo, o me he regocijado cuando el mal le sobrevino?
30
No, no he permitido que mi boca peque pidiendo su vida en una maldición.
31
¿Acaso no han dicho los hombres de mi tienda: "¿Quién puede hallar a alguno que no se haya saciado con su carne?"
32
El forastero no pasa la noche afuera, porque al viajero he abierto mis puertas.
33
¿Acaso he cubierto mis transgresiones como Adán, ocultando en mi seno mi iniquidad,
34
porque temí a la gran multitud, o el desprecio de las familias me aterró, y guardé silencio y no salí de mi puerta?
35
¡Quién me diera que alguien me oyera! He aquí mi firma. ¡Que me responda el Todopoderoso! Y la acusación que ha escrito mi adversario,
36
ciertamente yo la llevaría sobre mi hombro, y me la ceñiría como una corona.
37
Del número de mis pasos yo le daría cuenta, como a un príncipe me acercaría a El.
38
Si mi tierra clama contra mí, y sus surcos lloran juntos;
39
si he comido su fruto sin dinero, o si he causado que sus dueños pierdan sus vidas,
40
¡que en lugar de trigo crezcan abrojos, y en lugar de cebada hierba maloliente! Aquí terminan las palabras de Job.