1
Y reanudó Job su discurso, y dijo:
2
¡Quién me diera volver a ser como en meses pasados, como en los días en que Dios velaba sobre mí;
3
cuando su lámpara resplandecía sobre mi cabeza, y a su luz caminaba yo en las tinieblas;
4
como era yo en los días de mi juventud , cuando el favor de Dios estaba sobre mi tienda;
5
cuando el Todopoderoso estaba aún conmigo, y mis hijos en derredor mío;
6
cuando en leche se bañaban mis pies, y la roca me derramaba ríos de aceite!
7
Cuando yo salía a la puerta de la ciudad, cuando en la plaza tomaba mi asiento,
8
me veían los jóvenes y se escondían, y los ancianos se levantaban y permanecían en pie.
9
Los príncipes dejaban de hablar y ponían la mano sobre su boca;
10
la voz de los nobles se apagaba, y la lengua se les pegaba al paladar.
11
Porque el oído que oía me llamaba bienaventurado, y el ojo que veía daba testimonio de mí;
12
porque yo libraba al pobre que clamaba, y al huérfano que no tenía quien le ayudara.