7
Y ahora pregunta a las bestias, y que ellas te enseñen, y a las aves de los cielos, y que ellas te informen.
8
O habla a la tierra y que ella te instruya, y que los peces del mar te lo declaren.
9
¿Quién entre todos ellos no sabe que la mano del SEÑOR ha hecho esto,
10
que en su mano está la vida de todo ser viviente, y el aliento de toda carne de hombre?
11
¿No distingue el oído las palabras como el paladar prueba la comida?
12
En los ancianos está la sabiduría, y en largura de días el entendimiento.
13
En El están la sabiduría y el poder, y el consejo y el entendimiento son suyos.
14
He aquí, El derriba, y no se puede reedificar; aprisiona a un hombre, y no hay liberación.
15
He aquí, El retiene las aguas, y todo se seca, y las envía e inundan la tierra.
16
En El están la fuerza y la prudencia, suyos son el engañado y el engañador.
17
El hace que los consejeros anden descalzos, y hace necios a los jueces.
18
Rompe las cadenas de los reyes y ata sus lomos con cuerda.
19
Hace que los sacerdotes anden descalzos y derriba a los que están seguros.
20
Priva del habla a los hombres de confianza y quita a los ancianos el discernimiento.
21
Vierte desprecio sobre los nobles y afloja el cinto de los fuertes.
22
Revela los misterios de las tinieblas y saca a la luz la densa oscuridad.
23
Engrandece las naciones, y las destruye; ensancha las naciones, y las dispersa.
24
Priva de inteligencia a los jefes de la gente de la tierra y los hace vagar por un yermo sin camino;
25
andan a tientas en tinieblas, sin luz, y los hace tambalearse como ebrios.