1
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía
2
Mi alma tuvo sed de Dios, del Dios vivo. ¡Cuándo vendré, y compareceré delante de Dios
3
Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me decían todos los días: ¿Dónde está tu Dios
4
De estas cosas me acordaré, y derramaré mi alma sobre mí. Cuando pasaré en el número, iré con ellos hasta la Casa de Dios, con voz de alegría y de alabanza, bailando la multitud
5
¿Por qué te abates, oh alma mía, y bramas contra mí? Espera a Dios; porque aún le tengo de alabar por el bienestar de su presencia
6
Dios mío, mi alma está en mí abatida; por tanto me acordaré de ti desde la tierra del Jordán, y de los hermonitas, desde el monte de Mizar
7
Un abismo llama a otro a la voz de tus canales; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí