18
¿No hicieron así vuestros padres, y trajo nuestro Dios sobre nosotros todo este mal, y sobre esta ciudad? ¿Y vosotros añadís ira sobre Israel profanando el sábado
19
Sucedió pues, que cuando la sombra llegó a las puertas de Jerusalén antes del sábado, dije que se cerraren las puertas, y ordené que no las abrieran hasta después del sábado; y puse a las puertas algunos de mis criados, para que en día de sábado no entraran carga
20
Y se quedaron fuera de Jerusalén una y dos veces los negociantes, y los que vendían toda cosa
21
Y les protesté, y les dije: ¿Por qué os quedáis vosotros delante del muro? Si lo hacéis otra vez, os echaré mano. Desde entonces no vinieron en sábado
22
Y dije a los levitas que se purificaran, y vinieran a guardar las puertas, para santificar el día del sábado. También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la muchedumbre de tu misericordia
23
Vi asimismo en aquellos días judíos que habían tomado mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas
24
y sus hijos la mitad hablaban Asdod, y conforme a la lengua de cada pueblo; porque no sabían hablar judaico
25
Y reñí con ellos, y los maldije, y herí a algunos de ellos, y les arranqué los cabellos, y los juramenté, diciendo: No daréis vuestras hijas a sus hijos, y no tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, o para vosotros
26
¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él hicieron ofender las mujeres extranjeras
27
¿Y escucharemos a vosotros para cometer todo este mal tan grande de prevaricar contra nuestro Dios, tomando mujeres extranjeras
28
Y uno de los hijos de Joiada, hijo de Eliasib el sumo sacerdote era yerno de Sanbalat horonita; por tanto lo ahuyenté de mí
29
Acuérdate de ellos, Dios mío, contra los que contaminan el sacerdocio, y el pacto del sacerdocio y de los levitas
30
Los limpié, pues, de todo extranjero, y puse las ordenanzas a los sacerdotes y levitas, a cada uno en su obra
31
y para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados, y para las primicias. Acuérdate de mí, Dios mío, para bien