42
y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes
43
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga
44
También, el Reino de los cielos es semejante al tesoro escondido en el campo; el cual hallado, el hombre lo encubre, y de gozo de ello va, y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo
45
También el Reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que busca buenas perlas
46
que hallando una preciosa perla, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró
47
También el Reino de los cielos es semejante a la red, que echada en el mar, coge de toda suerte de peces
48
la cual estando llena, la sacaron a la orilla; y sentados, cogieron lo bueno en vasos, y lo malo echaron fuera
49
Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos
50
Y los echarán en el horno de fuego. Allí será el lloro y el crujir de dientes
51
Les dijo Jesús: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos responden: Sí, Señor
52
Y él les dijo: Por eso todo escriba docto en el Reino de los cielos, es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas
53
Y aconteció que acabando Jesús estas parábolas, pasó de allí
54
Y venido a su tierra, les enseñó en la sinagoga de ellos, de tal manera que ellos estaban fuera de sí, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría, y estas maravillas
55
¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo y José, y Simón, y Judas
56
¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todo esto
57
Y se escandalizaban de él. Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su tierra y en su casa
58
Y no hizo allí muchas maravillas, a causa de la incredulidad de ellos