12
Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintieran
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Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y sanaban
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Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre era hecho notorio; y dijo: Juan el que bautizaba, ha resucitado de los muertos, y por tanto, virtudes obran en él
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Otros decían: Elías es. Y otros decían: Profeta es, o alguno de los profetas
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Y oyéndolo Herodes, dijo: Este es Juan el que yo degollé; él ha resucitado de los muertos
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Porque el mismo Herodes había enviado, y prendido a Juan, y le había aprisionado en la cárcel a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; porque la había tomado por mujer
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Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano
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Mas Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía
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porque Herodes temía a Juan, conociéndolo varón justo y santo; y le tenía respeto; y escuchándole, hacía muchas cosas; y le oía de buena gana
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Y venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su nacimiento, daba una cena a sus príncipes y tribunos, y a los principales de Galilea
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y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando a Herodes y a los que estaban con él a la mesa, el rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quisieres, que yo te lo daré
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Y le juró: Todo lo que me pidieres te daré, hasta la mitad de mi reino
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Y saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan el Bautista
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Entonces ella entró prestamente al rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan Bautista
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Y el rey se entristeció mucho; mas a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla
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Y luego el rey, enviando uno de la guardia, mandó que fuera traída su cabeza
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el cual fue, y le degolló en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato, y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre
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Y oyéndolo sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y le pusieron en un sepulcro
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Y los apóstoles se juntaron a Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado
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Y él les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque había muchos que iban y venían, que aun no tenían lugar de comer
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Y se fueron en un barco al lugar desierto aparte
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Y los vieron ir muchos, y le conocieron; y concurrieron allá muchos a pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron a él
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Y saliendo Jesús vio gran multitud, y tuvo misericordia de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y les comenzó a enseñar muchas cosas
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Cuando ya era el día muy entrado, sus discípulos llegaron a él, diciendo: El lugar es desierto, y el día ya muy entrado
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envíalos para que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor, y compren para sí pan; porque no tienen qué comer
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Respondiendo él, les dijo: Dadles de comer vosotros. Y le dijeron: ¿Qué vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer
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El les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Id, y vedlo. Y sabiéndolo, dijeron: Cinco, y dos peces
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Y les mandó que hicieran recostar a todos por partidas sobre la hierba verde
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Y se recostaron por partidas, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta
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Y tomados los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusieran delante; y repartió a todos los dos peces
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Y comieron todos, y se saciaron
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Y alzaron de los pedazos doce cestas llenas, y de los peces
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Y los que comieron eran cinco mil hombres
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Y luego apuró a sus discípulos a subir en el barco, e ir delante de él a Betsaida en la otra ribera, entre tanto que él despedía la multitud
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Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar
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Cuando llegó la noche, el barco estaba en medio del mar, y él solo en tierra
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Y los vio fatigados remando, porque el viento les era contrario; y cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino a ellos andando sobre el mar, y quería precederlos
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Y viéndole ellos, que andaba sobre el mar, pensaron que era fantasma, y dieron voces
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porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Alentaos; YO SOY, no temáis
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Y subió a ellos en el barco, y el viento reposó; y ellos en gran manera estaban fuera de sí, y se maravillaban
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porque aún no habían cobrado entendimiento en los panes, porque sus corazones estaban ciegos
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Y cuando llegaron al otro lado, vinieron a tierra de Genesaret, y tomaron puerto
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Y saliendo ellos del barco, luego le conocieron
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Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en lechos, a donde oían que estaba
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Y dondequiera que entraba, en aldeas, o ciudades, o heredades, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejara tocar siquiera el borde de su vestido; y todos los que le tocaban eran salvos