31
Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará
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Y llevaban también con él otros dos, malhechores, a ser muertos
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Y cuando llegaron al lugar que se llama de la Calavera, le colgaron del madero allí, y a los malhechores, uno en un madero a la derecha, y otro a la izquierda
34
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes
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Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos; sálvese a sí, si éste es el Cristo, el escogido de Dios
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Escarnecían de él también los soldados, acercándose y presentándole vinagre
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Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a ti mismo
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Y había también sobre él un título escrito con letras griegas, y romanas, y hebraicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS
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Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros
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Y respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun tú temes a Dios, estando en la misma condenación
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Y nosotros, a la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo
42
Y dijo a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vinieres en tu Reino
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Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso
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Y cuando era como la hora sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena
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Y el sol se oscureció; y el velo del Templo se rompió por medio
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Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, dio el espíritu
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Cuando el centurión vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo
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Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían hiriendo sus pechos
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Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas
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Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo
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(el cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos), de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual también esperaba el Reino de Dios