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Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. Y Jesús, alzando los ojos arriba, dijo: Padre, gracias te doy que me has oído
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Que yo sabía que siempre me oyes; mas por causa de la compañía que está alrededor, lo dije, para que crean que tú me has enviado
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Y habiendo dicho estas cosas, clamó a gran voz: Lázaro, ven fuera
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Entonces el que había estado muerto, salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. Les dice Jesús: Desatadle, y dejadle ir
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Entonces muchos de los judíos que habían venido a María, y habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en él
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Mas unos de ellos fueron a los fariseos, y les dijeron lo que Jesús había hecho
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Y los sumo sacerdotes y los fariseos juntaron concilio, y decían: ¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales
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Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y quitarán nuestro lugar y la nación
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Y Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote de aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada
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ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación se pierda
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Mas esto no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación
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y no solamente por aquella nación, mas también para que juntara en uno los hijos de Dios que estaban dispersos
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Así que, desde aquel día consultaban juntos para matarle
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De manera que Jesús ya no andaba manifiestamente entre los judíos; mas se fue de allí a la tierra que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraín; y se estaba allí con sus discípulos
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Y la Pascua de los judíos estaba cerca; y muchos subieron de la tierra a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse
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y buscaban a Jesús, y hablaban los unos con los otros estando en el Templo: ¿Qué os parece? ¿Qué no vendrá a la fiesta
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Y los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado mandamiento, que si alguno se enteraba dónde estaba, lo manifestara, para que le prendieran