8
Los ojos de los que ahora me ven, no me verán más; tus ojos serán sobre mí, y dejaré de ser
9
La nube se acaba, y se va; así el que desciende al Seol, que nunca más subirá
10
no tornará más a su casa, ni su lugar le conocerá más
11
Por tanto yo no reprimiré mi boca; hablaré con la angustia de mi espíritu, y me quejaré con la amargura de mi alma
12
¿Soy yo un mar, o dragón, que me pongas guarda
13
Cuando digo: Mi cama me consolará, mi cama atenuará mis quejas
14
entonces me quebrantarás con sueños, y me turbarás con visiones
15
Y mi alma tuvo por mejor el ahogamiento, y quiso la muerte más que a mis huesos
16
Abominé la vida; no quiero vivir para siempre; déjame, pues, que mis días son vanidad
17
¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, y que pongas sobre él tu corazón
18
y lo visites todas las mañanas, y todos los momentos lo pruebes