2
Ciertamente que vosotros sois el pueblo; y con vosotros morirá la sabiduría
3
También tengo corazón como vosotros; no soy yo menos que vosotros; ¿y quién habrá que no pueda decir otro tanto
4
El que invoca a Dios, y él le responde, es burlado de su amigo; y el justo y perfecto es escarnecido
5
La antorcha es tenida en poco en el pensamiento del próspero; la cual se aparejó contra las caídas de los pies
6
Las tiendas de los ladrones están en paz; y los que provocan a Dios, y los que traen dioses en sus manos viven seguros
7
Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, que ellas te enseñarán; y a las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán
8
o habla a la tierra, que ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también
9
¿Qué cosa de todas éstas no entiende que la mano del SEÑOR la hizo
10
En su mano está el alma de todo viviente, y el espíritu de toda carne humana
11
Ciertamente el oído prueba las palabras, y el paladar gusta las viandas
12
En el antiguo está la sabiduría, y en la larga edad la inteligencia