8
Haciéndome enojar por las obras de vuestras manos, ofreciendo sahumerios a dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para morar, ¿para qué os acabéis, y seáis por maldición y por oprobio a todos los gentiles de la tierra
9
¿Os habéis olvidado de las maldades de vuestros padres, y de las maldades de los reyes de Judá, y de las maldades de sus mujeres, y de vuestras maldades propias, y de las maldades de vuestras mujeres, que hicieron en tierra de Judá y en las plazas de Jerusalén
10
No se han quebrantado hasta el día de hoy, ni han tenido temor, ni han caminado en mi ley, ni en mis derechos que puse delante de vosotros y delante de vuestros padres
11
Por tanto, así dijo el SEÑOR de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo pongo mi rostro en vosotros para mal, y para acabar a todo Judá
12
Y tomaré el remanente de Judá que pusieron sus rostros para entrar en tierra de Egipto para morar allí, y todos serán consumidos en tierra de Egipto; caerán a espada, serán consumidos de hambre; de espada y hambre morirán desde el más pequeño hasta el mayor; y serán por juramento, y por espanto, y por maldición, y por oprobio
13
Y visitaré a los que moran en tierra de Egipto, como visité a Jerusalén, con espada, con hambre, y con pestilencia
14
Y del remanente de Judá que entraron en tierra de Egipto para morar allí, no habrá quien escape, ni quien quede vivo, para volver a la tierra de Judá, por la cual suspiran ellos por volver para habitar allí; porque no volverán sino algunos fugitivos
15
Entonces todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido sahumerios a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo
16
La palabra que nos has hablado en nombre del SEÑOR, no la oiremos de ti
17
antes pondremos ciertamente por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer sahumerios a la reina del cielo, y derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y fuimos llenos de pan, y estuvimos alegres, y nunca vimos mal
18
Mas desde que cesamos de ofrecer sahumerios a la reina del cielo, y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y a hambre somos consumidos