49
El cielo es mi trono, y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis?, Dice el Señor; ¿o cuál es el lugar de mi reposo
50
¿No hizo mi mano todas estas cosas
51
Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros
52
¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que antes anunciaron la venida del Justo, del cual vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores
53
que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis
54
Y oyendo estas cosas, regañaban de sus corazones, y crujían los dientes contra él
55
Más él, estando lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios
56
y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios
57
Entonces ellos dando grandes voces, se taparon sus oídos, y arremetieron unánimes contra él
58
y echándolo fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven que se llamaba Saulo
59
Y apedrearon a Esteban, invocando él y diciendo: Señor Jesús, recibe mi espíritu