4
Y por cuanto talaré de ti al justo y al impío, por tanto, mi espada saldrá de su vaina contra toda carne, desde el mediodía hasta el aquilón
5
y sabrá toda carne que yo, el SEÑOR, saqué mi espada de su vaina; no la envainaré más
6
Y tú, hijo de hombre, gime con quebrantamiento de tus lomos, y con amargura; gime delante de los ojos de ellos
7
Y será, que cuando te dijeren: ¿Por qué gimes tú? Dirás: Por la noticia que viene; y todo corazón se desleirá, y toda mano se debilitará, y se angustiará todo espíritu, y toda rodilla se irá en aguas; he aquí que viene, y se hará, dijo el Señor DIOS
8
Y vino a mí palabra del SEÑOR, diciendo
9
Hijo de hombre, profetiza, y di: Así dijo el Señor DIOS: Di: La espada, la espada está afilada, y aun acicalada
10
para degollar víctimas está afilada, acicalada está para que relumbre. ¿Hemos de alegrarnos? Viene menospreciando a la vara de mi hijo como a todo árbol
11
Y lo dio a acicalar para tenerlo en la mano; la espada está afilada, y está acicalada, para entregarla en mano del matador
12
Clama y aúlla, oh hijo de hombre; porque éste será sobre mi pueblo, será él sobre todos los príncipes de Israel. Temores de espada serán a mi pueblo; por tanto, hiere el muslo
13
porque él será prueba. Y qué sería si no menospreciare la vara, dijo el Señor DIOS
14
Tú, pues, hijo de hombre, profetiza y bate una mano con otra, y dóblese la espada la tercera vez, la espada de muertos; ésta es espada de gran matanza que los penetrará