9
de los hijos de Joab, Obadías, hijo de Jehiel, y con él doscientos dieciocho varones
10
y de los hijos de Selomit, el hijo de Josifías, y con él ciento sesenta varones
11
y de los hijos de Bebai, Zacarías, hijo de Bebai, y con él veintiocho varones
12
y de los hijos de Azgad, Johanán, hijo de Hacatán, y con él ciento diez varones
13
y de los hijos de Adonicam, los postreros, cuyos nombres son éstos, Elifelet, Jeiel, y Semaías, y con ellos sesenta varones
14
y de los hijos de Bigvai, Utai y Zabud, y con ellos setenta varones
15
Y los junté junto al río que viene a Ahava, y acampamos allí tres días; y habiendo buscado entre el pueblo y entre los sacerdotes, no hallé allí de los hijos de Leví
16
Entonces despaché a Eliezer, a Ariel, a Semaías, a Elnatán, a Jarib, a Elnatán, a Natán, a Zacarías, y a Mesulam, principales; asimismo a Joiarib y a Elnatán, sabios
17
y los envié a Iddo, capitán en el lugar de Casifia, y puse en boca de ellos las palabras que habían de hablar a Iddo, y a sus hermanos los netineos en el lugar de Casifia, para que nos trajeran ministros para la Casa de nuestro Dios
18
Y nos trajeron (según la buena mano de nuestro Dios sobre nosotros), un varón entendido de los hijos de Mahli, hijo de Leví, hijo de Israel; y a Serebías con sus hijos y sus hermanos, dieciocho
19
y a Hasabías, y con él a Isaía (Jesaías) de los hijos de Merari, a sus hermanos y a sus hijos, veinte
20
y de los netineos, a quienes David con los príncipes puso para el ministerio de los levitas, doscientos veinte netineos, todos los cuales fueron declarados por sus nombres
21
Y publiqué ayuno allí junto al río de Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para buscar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para toda nuestra hacienda
22
Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendieran del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es sobre todos los que le buscan para bien; mas su fortaleza y su furor sobre todos los que le dejan
23
Ayunamos pues, y buscamos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio
24
Aparté luego doce de los principales de los sacerdotes, a Serebías y a Hasabías, y con ellos diez de sus hermanos
25
y les pesé la plata, el oro, y los vasos; la ofrenda para la Casa de nuestro Dios que habían ofrecido el rey, sus consultores, y sus príncipes, todos los que se hallaron de Israel
26
Pesé, pues, en manos de ellos seiscientos cincuenta talentos de plata, y vasos de plata por cien talentos, y cien talentos de oro
27
además veinte tazones de oro, por mil dracmas; y dos vasos de bronce limpio muy bueno, preciados como el oro
28
Y les dije: Vosotros sois santidad al SEÑOR, y los vasos son santidad; y la plata y el oro ofrenda voluntaria al SEÑOR, Dios de nuestros padres
29
Velad, y guardadlos, hasta que los peséis delante de los príncipes de los sacerdotes y de los levitas, y de los príncipes de los padres de Israel en Jerusalén, en las cámaras de la Casa del SEÑOR
30
Los sacerdotes y levitas recibieron el peso de la plata y del oro y de los vasos, para traerlo a Jerusalén a la Casa de nuestro Dios
31
Y partimos del río de Ahava el doce del mes primero, para ir a Jerusalén; y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, el cual nos libró de mano del enemigo y del acechador en el camino
32
Y llegamos a Jerusalén, y reposamos allí tres días
33
Al cuarto día fue luego pesada la plata, el oro, y los vasos, en la Casa de nuestro Dios, por mano de Meremot hijo de Urías sacerdote, y con él Eleazar hijo de Finees; y con ellos Jozabad hijo de Jesúa, y Noadías hijo de Binúi, levitas
34
por cuenta y por peso todo; y se apuntó todo aquel peso en aquel tiempo
35
Los que habían venido de la cautividad, los hijos de la transmigración, ofrecieron holocaustos al Dios de Israel, doce becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, doce machos cabríos como pecado; todo en holocausto al SEÑOR
36
Y dieron los despachos del rey a sus virreyes y capitanes del otro lado del río, los cuales favorecieron al pueblo y a la casa de Dios