10
Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las holló
11
Hasta contra el príncipe del ejército se engrandeció, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado a tierra
12
Y el ejército fue entregado a causa de la prevaricación sobre el continuo sacrificio; y echó por tierra la Verdad, e hizo cuanto quiso, y le sucedió prósperamente
13
Y oí un santo que hablaba; y otro de los santos dijo a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora que pone el santuario y el ejército para ser hollado
14
Y él me dijo: Hasta dos mil trescientos días de tarde y mañana; y el santuario será justificado
15
Y acaeció que estando yo Daniel considerando la visión, y buscando su entendimiento, he aquí, como una semejanza de hombre se puso delante de mí
16
Y oí una voz de hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña la visión a éste
17
Vino luego cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombré, y caí sobre mi rostro; y él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque al tiempo señalado se cumplirá la visión
18
Y estando él hablando conmigo, caí dormido en tierra sobre mi rostro; y él me tocó, y me tornó en mi estado
19
Y dijo: He aquí yo te enseñaré lo que ha de venir en el fin de la ira, porque al tiempo señalado se cumplirá
20
Aquel carnero que viste, que tenía cuernos, son los reyes de Media y de Persia