3
Y cuando el pueblo volvió al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha herido hoy el SEÑOR delante de los filisteos? Traigamos a nosotros de Silo el arca del pacto del SEÑOR, para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos
4
Y envió el pueblo a Silo, y trajeron de allá el arca del pacto del SEÑOR de los ejércitos, quien tiene su morada entre los querubines; y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios
5
Y aconteció que, cuando el arca del pacto del SEÑOR vino al campamento, todo Israel gritó con tan gran estruendo, que la tierra tembló
6
Y cuando los filisteos oyeron el grito, dijeron: ¿Qué voz de gran estruendo es ésta en el campamento de los hebreos? Y supieron que el arca del SEÑOR había venido al campamento
7
Y los filisteos tuvieron miedo, porque decían: Ha venido Dios al campamento. Y dijeron: ¡Ay de nosotros! que ayer ni anteayer no fue así
8
¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de las manos de estos dioses fuertes? Estos son los dioses que hirieron a Egipto con toda plaga en el desierto
9
Esforzaos, oh filisteos, y sed varones, para que no sirváis a los hebreos, como ellos os han servido a vosotros. Sed varones, y pelead
10
Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie
11
Y el arca de Dios fue tomada, y murieron los dos hijos de Elí, Ofni y Finees
12
Y corriendo de la batalla un varón de Benjamín, vino aquel día a Silo, rotos sus vestidos y tierra sobre su cabeza
13
y cuando llegó, he aquí Elí que estaba sentado sobre una silla atalayando junto al camino; porque su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios. Y cuando aquel hombre llegó a la ciudad, a dar las nuevas, toda la ciudad gritó