6
Por tanto, mi pueblo conocerá mi nombre; así que en aquel día comprenderán que yo soy el que dice: "Heme aquí."
7
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, del que trae las buenas nuevas de gozo, del que anuncia la salvación, y dice a Sion: Tu Dios reina!
8
¡Una voz! Tus centinelas alzan la voz, a una gritan de júbilo porque verán con sus propios ojos cuando el SEÑOR restaure a Sion.
9
Prorrumpid a una en gritos de júbilo, lugares desolados de Jerusalén, porque el SEÑOR ha consolado a su pueblo, ha redimido a Jerusalén.
10
El SEÑOR ha desnudado su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.
11
Apartaos, apartaos, salid de allí, nada inmundo toquéis; salid de en medio de ella, purificaos, vosotros que lleváis las vasijas del SEÑOR.
12
Pues no saldréis precipitadamente, ni iréis como fugitivos; porque delante de vosotros irá el SEÑOR, y vuestra retaguardia será el Dios de Israel.
13
He aquí, mi siervo prosperará, será enaltecido, levantado y en gran manera exaltado.
14
De la manera que muchos se asombraron de ti, pueblo mío, así fue desfigurada su apariencia más que la de cualquier hombre, y su aspecto más que el de los hijos de los hombres.
15
Ciertamente El asombrará a muchas naciones, los reyes cerrarán la boca ante El; porque lo que no les habían contado verán, y lo que no habían oído entenderán.