8
Sacad al pueblo ciego, aunque tiene ojos, y a los sordos, aunque tienen oídos.
9
Todas las naciones a una se han reunido y se han congregado los pueblos. ¿Quién de ellos declarará esto y nos proclamará las cosas anteriores? Que presenten sus testigos y que se justifiquen, que oigan y digan: Es verdad.
10
Vosotros sois mis testigosdeclara el SEÑOR y mi siervo a quien he escogido, para que me conozcáis y creáis en mí, y entendáis que yo soy. Antes de mí no fue formado otro dios, ni después de mí lo habrá.
11
Yo, yo soy el SEÑOR, y fuera de mí no hay salvador.
12
Yo soy el que lo he anunciado, he salvado y lo he proclamado, y no hay entre vosotros dios extraño; vosotros, pues, sois mis testigosdeclara el SEÑOR y yo soy Dios.
13
Aun desde la eternidad, yo soy, y no hay quien libre de mi mano; yo actúo, ¿y quién lo revocará?
14
Así dice el SEÑOR vuestro Redentor, el Santo de Israel: Por vuestra causa envié a Babilonia e hice descender como fugitivos a todos ellos, es decir, a los caldeos, en las naves de las cuales se gloriaban.
15
Yo soy el SEÑOR, vuestro Santo, el Creador de Israel, vuestro Rey.
16
Así dice el SEÑOR, que abre camino en el mar y sendero en las aguas impetuosas;
17
el que hace salir carro y caballo, ejército y fuerza (a una se echarán y no se levantarán, como pabilo han sido apagados y extinguidos):
18
No recordéis las cosas anteriores ni consideréis las cosas del pasado.
19
He aquí, hago algo nuevo, ahora acontece; ¿no lo percibís? Aun en los desiertos haré camino y ríos en el yermo.
20
Me glorificarán las bestias del campo, los chacales y los avestruces, porque he puesto aguas en los desiertos y ríos en el yermo, para dar de beber a mi pueblo escogido.
21
El pueblo que yo he formado para mí proclamará mi alabanza.
22
Pero no me has invocado, Jacob, sino que te has cansado de mí, Israel.
23
No me has traído las ovejas de tus holocaustos, ni me has honrado con tus sacrificios. No te he abrumado exigiendo ofrendas, ni te he cansado exigiendo incienso.
24
No me has comprado con dinero caña aromática, ni con la grosura de tus sacrificios me has saciado; por el contrario me has abrumado con tus pecados, y me has cansado con tus iniquidades.
25
Yo, yo soy el que borro tus transgresiones por amor a mí mismo, y no recordaré tus pecados.
26
Hazme recordar, discutamos juntos nuestro caso; habla tú para justificarte.
27
Tu primer padre pecó, y tus voceros prevaricaron contra mí.
28
Por tanto, profanaré a los príncipes del santuario, y entregaré a Jacob al anatema y a Israel al oprobio.