2
Envió entonces a Eliaquim, mayordomo de la casa real, con el escriba Sebna y los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta Isaías, hijo de Amoz.
3
Y ellos le dijeron: Así dice Ezequías: "Este día es día de angustia, de reprensión y de desprecio, pues hijos están para nacer, pero no hay fuerzas para dar a luz.
4
"Tal vez el SEÑOR tu Dios oirá las palabras del Rabsaces, a quien su señor, el rey de Asiria, ha enviado para injuriar al Dios vivo, y lo reprenderá por las palabras que el SEÑOR tu Dios ha oído. Eleva, pues, una oración por el remanente que aún queda."
5
Cuando llegaron los siervos del rey Ezequías ante Isaías,
6
éste les dijo: Así diréis a vuestro señor: "Así dice el SEÑOR: 'No temas por las palabras que has oído, con las que los siervos del rey de Asiria me han blasfemado.
7
'He aquí, pondré en él un espíritu, oirá un rumor y se volverá a su tierra; y en su tierra lo haré caer a espada.'"
8
Entonces el Rabsaces volvió y halló al rey de Asiria peleando contra Libna, pues había oído que el rey había partido de Laquis.
9
Y les oyó decir acerca de Tirhaca, rey de Etiopía: Ha salido a pelear contra ti. Y cuando lo oyó, envió mensajeros a Ezequías, diciendo:
10
Así diréis a Ezequías, rey de Judá: "No te engañe tu Dios en quien tú confías, diciendo: 'Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria.'
11
"He aquí, tú has oído lo que los reyes de Asiria han hecho a todas las naciones, destruyéndolas por completo, ¿y serás tú librado?
12
"¿Acaso los libraron los dioses de las naciones que mis padres destruyeron, es decir, Gozán, Harán, Resef y a los hijos de Edén que estaban en Telasar?