2
Los que descienden a Egipto sin consultarme, para refugiarse al amparo de Faraón, y buscar abrigo a la sombra de Egipto.
3
El amparo de Faraón será vuestra verguenza, y el abrigo a la sombra de Egipto, vuestra humillación.
4
Porque sus príncipes están en Zoán, y sus embajadores llegan a Hanes.
5
Todos se avergonzarán a causa de un pueblo que no les trae provecho, no les sirve de ayuda ni de utilidad, sino de verguenza y también de oprobio.
6
Profecía sobre las bestias del Neguev. Por tierra de tribulación y angustia, de donde vienen la leona y el león, la víbora y la serpiente voladora, llevan sus riquezas sobre lomos de pollinos y sus tesoros sobre gibas de camellos, a un pueblo que no les traerá provecho,
7
a Egipto, cuya ayuda es vana y vacía. Por tanto lo he llamado Rahab el destruido.
8
Ahora ve, escríbelo en una tablilla delante de ellos y grábalo en un rollo, para que sirva en el día postrero como testigo para siempre.
9
Porque este es un pueblo rebelde, hijos falsos, hijos que no quieren escuchar la instrucción del SEÑOR;
10
que dicen a los videntes: No veáis visiones; y a los profetas: No nos profeticéis lo que es recto, decidnos palabras agradables, profetizad ilusiones.
11
Apartaos del camino, desviaos de la senda, no oigamos más acerca del Santo de Israel.
12
Por tanto, así dice el Santo de Israel: Ya que habéis desechado esta palabra, y habéis confiado en la opresión y en el engaño, y os habéis apoyado en ellos,