9
No beben vino con canción; el licor es amargo a los que lo beben.
10
Derribada está la ciudad del caos, toda casa está cerrada para que no entre nadie.
11
Hay clamor por vino en las calles, toda alegría se convierte en tinieblas, desterrado está el júbilo de la tierra.
12
Desolación queda en la ciudad, y la puerta está hecha pedazos, en ruinas.
13
Porque así será en medio de la tierra, entre los pueblos, como cuando se varea el olivo, como en los rebuscos cuando se acaba la vendimia.
14
Ellos alzan sus voces, gritan de júbilo; desde el occidente dan voces por la majestad del SEÑOR.
15
Por tanto, glorificad al SEÑOR en el oriente , el nombre del SEÑOR, Dios de Israel, en las costas del mar.
16
Desde los confines de la tierra oímos cánticos: Gloria al Justo. Mas yo digo: ¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí! ¡Ay de mí! Los pérfidos obran con perfidia, con mucha perfidia obran los pérfidos.
17
Terror, foso y lazo te asedian, oh morador de la tierra.
18
Y sucederá que el que huya del ruido del terror, caerá en el foso, y el que salga del foso, será atrapado en el lazo; porque las ventanas de arriba están abiertas, y los cimientos de la tierra se estremecen.
19
Se hace pedazos la tierra, en gran manera se agrieta, con violencia tiembla la tierra.
20
Se tambalea, oscila la tierra como un ebrio, se balancea como una choza, pues pesa sobre ella su transgresión, y caerá, y no volverá a levantarse.
21
Y sucederá en aquel día, que el SEÑOR castigará al ejército de lo alto en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra.
22
Y serán agrupados en montón como prisioneros en un calabozo; serán encerrados en la cárcel y después de muchos días serán castigados.
23
Entonces la luna se abochornará y el sol se avergonzará porque el SEÑOR de los ejércitos reinará en el monte Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos estará su gloria.