2
Y como aves fugitivas o nidada dispersa, serán las hijas de Moab en los vados del Arnón.
3
Danos consejo, toma una decisión; da tu sombra como la noche en pleno mediodía; esconde a los desterrados, no entregues al fugitivo.
4
Quédense contigo los desterrados de Moab; sé para ellos escondedero ante el destructor. Porque ha llegado a su fin el explotador, ha cesado la destrucción, han desaparecido los opresores de la tierra.
5
Se establecerá en la misericordia un trono, y en él se sentará con fidelidad, en la tienda de David, un juez que busque lo justo y esté presto a la justicia.
6
Hemos oído del orgullo de Moab, un gran orgullo, de su arrogancia, de su altivez y de su furor; son falsas sus vanas jactancias.
7
Por tanto Moab gemirá por Moab; todo él gemirá. Por las tortas de pasas de Kir-hareset os lamentaréis, abatidos por completo.
8
Porque los campos de Hesbón se han marchitado, también las vides de Sibma; los señores de las naciones pisotearon sus mejores racimos, hasta Jazer alcanzaban y se extendían por el desierto; sus sarmientos se extendían y pasaban el mar.
9
Por eso lloraré amargamente por Jazer, por la viña de Sibma; te bañaré con mis lágrimas, oh Hesbón y Eleale, porque sobre tus frutos de verano y sobre tu cosecha se ha extinguido el clamor,
10
y se han retirado la alegría y el regocijo del campo fértil. En las viñas nadie canta de júbilo ni grita de alegría. No pisa vino en los lagares el pisador, pues he hecho cesar el clamor.
11
Por eso mis entrañas vibran por Moab como un arpa, y mi interior por Kir-hareset.
12
Y sucederá que cuando Moab se presente, cuando se fatigue sobre su lugar alto, y venga a su santuario para orar, no prevalecerá.