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Y él respondió: Los judíos se han puesto de acuerdo en pedirte que mañana lleves a Pablo al concilio con el pretexto de hacer una indagación más a fondo sobre él.
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Pero no les prestes atención, porque más de cuarenta hombres de ellos, que se han comprometido bajo juramento a no comer ni beber hasta que lo hayan matado, esperan emboscados; ya están listos esperando promesa de parte tuya
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Entonces el comandante dejó ir al joven, encomendándole: No digas a nadie que me has informado de estas cosas.
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Y llamando a dos de los centuriones, dijo: Preparad doscientos soldados para la hora tercera de la noche , con setenta jinetes y doscientos lanceros, para que vayan a Cesarea.
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Debían preparar también cabalgaduras para Pablo, y llevarlo a salvo al gobernador Félix.
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Y el comandante escribió una carta en estos términos:
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Claudio Lisias, al excelentísimo gobernador Félix: Salud.
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Cuando este hombre fue arrestado por los judíos, y estaba a punto de ser muerto por ellos, al saber que era romano, fui con las tropas y lo rescaté.
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Y queriendo cerciorarme de la causa por la cual lo acusaban, lo llevé a su concilio
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y hallé que lo acusaban sobre cuestiones de su ley, pero no de ningún cargo que mereciera muerte o prisión.
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Cuando se me informó de que había una conjura en contra del hombre, te lo envié enseguida, instruyendo también a sus acusadores que presenten los cargos contra él delante de ti .
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Así que los soldados, de acuerdo con las órdenes que tenían, tomaron a Pablo y lo llevaron de noche a Antípatris.
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Y al día siguiente regresaron al cuartel dejando que los de a caballo siguieran con él,
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los cuales, después de llegar a Cesarea y de entregar la carta al gobernador, le presentaron también a Pablo.
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Cuando la leyó, preguntó de qué provincia era; y al enterarse de que era de Cilicia,
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dijo: Te oiré cuando estén presentes también tus acusadores. Y mandó que lo guardaran en el Pretorio de Herodes.