8
Ahora pues, hijo mío, obedéceme en lo que te mando.
9
Ve ahora al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos de las cabras, y yo prepararé con ellos un buen guisado para tu padre como a él le gusta.
10
Entonces se lo llevarás a tu padre, que comerá, para que te bendiga antes de su muerte.
11
Y Jacob dijo a su madre Rebeca: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velludo y yo soy lampiño.
12
Quizá mi padre me palpe, y entonces seré para él un engañador y traeré sobre mí una maldición y no una bendición.
13
Pero su madre le respondió: Caiga sobre mí tu maldición, hijo mío; solamente obedéceme, y ve y tráemelos.
14
Y él fue, los tomó y los trajo a su madre; y su madre hizo un buen guisado, como a su padre le gustaba.
15
Entonces Rebeca tomó las mejores vestiduras de Esaú, su hijo mayor, que tenía ella en la casa, y vistió a Jacob, su hijo menor;
16
le puso las pieles de los cabritos sobre las manos y sobre la parte lampiña del cuello,
17
y puso el guisado y el pan que había hecho en manos de su hijo Jacob.
18
Entonces él fue a su padre, y dijo: Padre mío. Y éste respondió: Aquí estoy. ¿Quién eres, hijo mío?