60
Y bendijeron a Rebeca y le dijeron: Que tú, hermana nuestra, te conviertas en millares de miríadas, y posean tus descendientes la puerta de los que los aborrecen.
61
Y se levantó Rebeca con sus doncellas y, montadas en los camellos, siguieron al hombre. El siervo, pues, tomó a Rebeca y partió.
62
Isaac había venido a Beer-lajai-roi, pues habitaba en la tierra del Neguev.
63
Y por la tarde Isaac salió a meditar al campo; y alzó los ojos y miró, y he aquí, venían unos camellos.
64
Rebeca alzó los ojos, y cuando vio a Isaac, bajó del camello,
65
y dijo al siervo: ¿Quién es ese hombre que camina por el campo a nuestro encuentro? Y el siervo dijo: Es mi señor. Y ella tomó el velo y se cubrió.
66
Y el siervo contó a Isaac todo lo que había hecho.
67
Entonces Isaac la trajo a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca y ella fue su mujer, y la amó. Así se consoló Isaac después de la muerte de su madre.