1
Entonces vinieron a mí algunos de los ancianos de Israel y se sentaron delante de mí.
2
Y vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
3
Hijo de hombre, estos hombres han erigido sus ídolos en su corazón, y han puesto delante de su rostro lo que los hace caer en su iniquidad. ¿Me dejaré yo consultar por ellos?
4
Por tanto, háblales y diles: "Así dice el Señor DIOS: 'Cualquier hombre de la casa de Israel que erija sus ídolos en su corazón, y que ponga delante de su rostro lo que lo hace caer en su iniquidad, y después venga al profeta, yo, el SEÑOR, le responderé entonces de acuerdo con la multitud de sus ídolos,
5
a fin de alcanzar a la casa de Israel en sus corazones, que están apartados de mí a causa de todos sus ídolos.'"
6
Por tanto, di a la casa de Israel: "Así dice el Señor DIOS: 'Arrepentíos y apartaos de vuestros ídolos, y de todas vuestras abominaciones apartad vuestros rostros.
7
'Porque a cualquiera de la casa de Israel, o de los forasteros que residen en Israel, que se aleje de mí y erija sus ídolos en su corazón, que ponga delante de su rostro lo que lo hace caer en su iniquidad, y después venga al profeta para consultarme por medio de él, yo, el SEÑOR, le responderé por mí mismo.
8
'Y pondré mi rostro contra ese hombre, haré de él señal y proverbio, y lo cortaré de en medio de mi pueblo; y sabréis que yo soy el SEÑOR.