13
El comienzo de las palabras de su boca es insensatez, y el final de su habla perversa locura.
14
El necio multiplica las palabras, pero nadie sabe lo que sucederá, ¿y quién le hará saber lo que ha de suceder después de él?
15
El trabajo del necio lo cansa tanto que no sabe ir a la ciudad.
16
¡Ay de ti, tierra, cuyo rey es un muchacho, y cuyos príncipes banquetean de mañana!
17
Bienaventurada tú, tierra, cuyo rey es de noble cuna y cuyos príncipes comen a su debida hora, para fortalecerse y no para embriagarse.
18
Por negligencia se hunde el techo, y por pereza tiene goteras la casa.
19
Para el placer se prepara la comida, y el vino alegra la vida, y el dinero es la respuesta para todo.
20
Ni aun en tu recámara maldigas al rey, ni en tus alcobas maldigas al rico, porque un ave de los cielos llevará el rumor, y un ser alado hará conocer el asunto.