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Y llamando de nuevo a la multitud, les decía: Escuchadme todos y entended:
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no hay nada fuera del hombre que al entrar en él pueda contaminarlo; sino que lo que sale de adentro del hombre es lo que contamina al hombre.
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Si alguno tiene oídos para oír, que oiga.
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Y cuando dejó a la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron acerca de la parábola.
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Y El les dijo<***>: ¿También vosotros sois tan faltos de entendimiento? ¿No comprendéis que todo lo que de afuera entra al hombre no le puede contaminar,
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porque no entra en su corazón, sino en el estómago, y se elimina? (Declarando así limpios todos los alimentos.)
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Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
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Porque de adentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, adulterios,
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avaricias, maldades, engaños, sensualidad, envidia, calumnia, orgullo e insensatez.
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Todas estas maldades de adentro salen, y contaminan al hombre.