2
Y cuando El salió de la barca, enseguida vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo
3
que tenía su morada entre los sepulcros; y nadie podía ya atarlo ni aun con cadenas;
4
porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie era tan fuerte como para dominarlo.
5
Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y en los montes dando gritos e hiriéndose con piedras.
6
Cuando vio a Jesús de lejos, corrió y se postró delante de El;