14
Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está el SEÑOR, el Dios de Elías? Y cuando él golpeó también las aguas, éstas se dividieron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo.
15
Cuando lo vieron los hijos de los profetas que estaban en Jericó frente a él, dijeron: El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo. Y fueron a su encuentro y se postraron en tierra ante él.
16
Y le dijeron: He aquí, ahora hay con tus siervos cincuenta hombres fuertes; te rogamos que los dejes ir a buscar a tu señor; tal vez el Espíritu del SEÑOR lo ha levantado y lo ha echado en algún monte o en algún valle. Y él dijo: No los enviéis.
17
Pero cuando le insistieron hasta la saciedad, dijo: Enviadlos. Entonces enviaron cincuenta hombres; y buscaron durante tres días, pero no lo hallaron.
18
Y volvieron a Eliseo que se había quedado en Jericó, y él les dijo: ¿No os dije: "No vayáis"?
19
Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: He aquí, ahora el emplazamiento de esta ciudad es bueno, como mi señor ve, pero el agua es mala y la tierra estéril.
20
Y él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned sal en ella. Y se la trajeron.
21
Y él salió al manantial de las aguas, echó sal en él, y dijo: Así dice el SEÑOR: "He purificado estas aguas; de allí no saldrá más muerte ni esterilidad."
22
Y las aguas han quedado purificadas hasta hoy, conforme a la palabra que habló Eliseo.
23
Después subió de allí a Betel; y mientras subía por el camino, unos muchachos salieron de la ciudad y se burlaban de él, y le decían: ¡Sube, calvo; sube, calvo!
24
Cuando él miró hacia atrás y los vio, los maldijo en el nombre del SEÑOR. Entonces salieron dos osas del bosque y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos.